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Historia de los Derechos Humanos

La esclavitud: una visión de conjunto


En otros apartados se hacen breves referencias a la esclavitud en distintos momentos históricos y culturas: La información de esta página y la contenida en los enlaces anteriores se complementan mutuamente. A ellas hay que añadir la de las otras páginas sobre aspectos concretos de la esclavitud:

La existencia de la esclavitud y sus características en un momento histórico determinado es un indicador fundamental del tipo de moral y del grado de coherencia ética de una sociedad. Al igual que el avance del proceso de emancipación de la mujer y el progresivo respeto de los derechos de la infancia, la negación del derecho a esclavizar a otros seres humanos es una de las grandes invenciones morales de la humanidad.

"Cuando apareció el hombre, el universo se amplió con invenciones maravillosas e invenciones malvadas. En ninguna de ambas ocupaciones nos hemos concedido reposo."
José Antonio Marina y María de la Válgoma. La lucha por la dignidad. Anagrama, 2000
A través de los siglos, la remota "invención" de la esclavitud se llegó a naturalizar de tal forma que las distintas sociedades acabaron olvidando que era sólo una invención humana, por lo que sólo se pudo empezar a plantear su erradicación a partir de la progresiva concreción de una nueva invención moral (cuya propagación al principio incluso podía ser penalizada): la de que ningún ser humano estaba legitimado, ni por un dios, ni por las tradiciones, ni por las legislaciones, para esclavizar a otro ser humano.

La aparición de la esclavitud se remonta seguramente a la época en la que los avances agrícolas hicieron posible sociedades más complejas, en las que resultaba ventajoso disponer de la fuerza de trabajo de los esclavos en las labores agrícolas, mineras, o en la construcción de los grandes edificios e infraestructuras en el caso de las grandes civilizaciones.

"Puede decirse que todas las naciones bárbaras o civilizadas, grandes o pequeñas,  poderosas o débiles, pacíficas o guerreras, bajo las más diversas formas de gobierno, profesando las religiones más contrarias, y sin distinción de climas y edades, han conocido la esclavitud."
José Antonio Saco. Historia de la esclavitud (1875). Ed. Espuela de Plata. Salamanca, 2009 (p. 37)
Existían esclavos en tiempos de las distintas dinastías egipcias; era normal en las sociedades de los etíopes, fenicios, hebreos, asirios, persas, babilonios y cartagineses y, por descontado, durante los largos períodos de dominación de griegos y romanos. Existían también entre las sucesivas hordas bárbaras que ocuparon el imperio romano, en las tribus del norte de África anteriores al islam, en los reinos musulmanes que se fueron gestando y expandiendo posteriormente, en el África negra, en las civilizaciones que emergieron en otros continentes, en la India y China, en las civilizaciones precolombinas azteca, inca y maya...

Desde los tiempos más remotos el ser humano percibió a los miembros de otros grupos humanos como esencialmente distintos, "menos humanos". La emergencia de la esclavitud se asienta sobre todo en esta percepción subjetiva, sin la cual sería impensable que un sistema social de este tipo pudiera extenderse y enraizar en tantas sociedades y durante tantos siglos.

"Quienes nos creemos humanos, sentimos una confianza absoluta en nuestra identidad humana y en nuestra capacidad para reconocerla en los demás; (...) Aun así, el actual es un concepto reciente: la mayoría de la gente de la mayoría de sociedades a lo largo de la mayor parte de la historia se habría quedado atónita ante una categoría tan universal. De hecho, a muchas de esas personas les habría costado comprender la palabra 'humano' o encontrar alguna equivalencia en sus idiomas respectivos, salvo como modo de designar a los miembros de su propio grupo."
Felipe Fernández-Armesto. Breve historia de la humanidad. Ediciones B, Barcelona, 2005 (p. 13)
Las personas susceptibles de ser sometidas a esclavitud eran "los otros": los miembros de otros pueblos, culturas o religiones (o las clases inferiores de la misma sociedad). Con esta conciencia de diferencia y superioridad, cuando las relaciones de poder lo permitían y resultaba ventajoso al sistema económico de los más poderosos, la esclavización de los, en aquel momento más débiles, entraba dentro de la normalidad.

Durante siglos las guerras fueron la principal forma de obtener esclavos. A los vencidos en los periódicos enfrentamientos entre grupos, ciudades o reinos por la disputa de territorios o recursos les esperaba, según la voluntad y las necesidades de los vencedores, la esclavitud o la ejecución. Situada en su contexto, se puede argumentar que en su momento la esclavización de los vencidos supuso un avance, ya que era una alternativa a la costumbre entonces generalizada de exterminar a los vencidos.

"En la toma de Jerusalén, también se hizo espantosa carnicería, y fueron esclavizados cien mil infieles. En Cesárea, los cristianos mataron a casi todos los hombres, esclavizando a las mujeres. Cuando en 1191, cayó San Juan de Acre bajo las armas de Ricardo de Inglaterra y de Felipe, rey de Francia, millares de prisioneros musulmanes fueron repartidos entre estos dos monarcas. (...) Si en los casos hasta aquí mencionados, la suerte de las armas favoreció a los cristianos, hubo muchos otros en que les fue adversa. Las guarniciones musulmanas de Alepo y Hamah devastaron, en 1135, los campos de Laodicea, y esclavizaron nueve mil personas, entre hombres, mujeres y niños. Cuando los turcos se apoderaron, en 1145, de Edesso, ciudad de Mesopotamia, dieciséis mil cristianos cayeron bajo el yugo de la esclavitud."
José Antonio Saco. Ibid (p. 196, 197)
Junto a los prisioneros de guerra, hay que situar como fuente aprovisionadora de esclavos las incursiones realizadas con el objetivo específico de conseguirlos. Por ejemplo, en el Antiguo Egipto, cuando se organizaban expediciones para capturar esclavos etíopes. O como ocurría en el Mediterráneo durante la Edad Media, cuando los musulmanes se dedicaban a asaltar naves y poblaciones cristianas con la finalidad de conseguir esclavos, mientras los cristianos hacían lo mismo con las naves y poblaciones musulmanas. Y en África, por parte de los distintos reinos locales, durante la época de la trata atlántica, con el objetivo de satisfacer y beneficiarse de la creciente demanda europea.

Otras causas de esclavitud en las distintas épocas y culturas eran la comisión de algún delito castigado con dicha pena, el pago con la propia libertad de las deudas contraídas, la venta de la propia persona en tiempos de grandes escaseces (o la venta de los hijos), la práctica de una religión distinta a la oficial, etc. Y, claro está, el nacimiento, ya que prácticamente en todas las sociedades esclavistas, la esclavitud era hereditaria: los hijos de los esclavos seguían siéndolo, seguían perteneciendo a los amos de sus padres.

Durante siglos, en muchas sociedades los esclavos fueron considerados "cosas", "piezas". Podían ser marcados con hierros al rojo vivo (a veces en la cara), como si fueran ganado.

"(...) los indios de la provincia de Tepeaca se sublevaron (...) Cortés, con sus capitanes, reunidos en consejo de guerra, decidieron que aquellos indios fuesen castigados. Los atacó, los venció, hizo varias correrías por aquellas tierras, y más de dos mil fueron herrados como esclavos, marcándolos con la letra G, que significaba guerra (...) En 1522, se alzó la provincia de Tututepec (...) Cortés reunió a los indios, ahorcó al señor de Tututepec y al jefe del ejército, y esclavizó y herró hasta doscientas personas (...)"
José Antonio Saco. Ibid (p. 402, 405)
Si intentaban fugarse les podían cortar las orejas o la nariz, o matarlos si reincidían.
"Al esclavo fugitivo que se haya escapado durante un mes, a partir del día que su amo lo denuncie a la justicia, se le cortarán las orejas y se le marcará una flor de lis en el hombro; en caso de reincidencia de otro mes, igualmente a partir del día de la denuncia, se le cortará la corva y se le marcará con una flor de lis en el otro hombro; y la tercera vez será castigado con la muerte."
Código Negro, artículo 38. Luis XIV. 1685
www.liceolocarno.ch/Liceo_di_Locarno/materie/biologia/martinica/code_noir.html (2010)
En según qué culturas eran castrados, si se consideraba que con ello se adecuarían mejor a las tareas que se pensaba encomendarles.
"Una característica de la trata islámica, ausente en la atlántica, era el interés por los eunucos para guardar los harenes de las monarquías africanas y del imperio otomano (...) en el Sudán occidental era práctica corriente la castración de jóvenes esclavos (...) las pérdidas de vidas en estas operaciones eran considerables."
Hugh Thomas. La trata de esclavos. Ed Planeta, Barcelona, 1998 (p. 379)
O se les destinaba al solaz sexual de sus propietarios.
"El esclavo responde con su cuerpo al castigo, la tortura o la violencia carnal y, en este último caso, el estupro se convierte en una forma de vida cotidiana en la vida griega. (...) la iconografía de los vasos griegos documenta la existencia de relaciones sexuales entre dueños y esclavas -con frecuencia niñas-, pero éstas se consideran incluidas en el marco de las relaciones de propiedad y de la estructura jerárquica características de la sociedad griega clásica."
G. Bravo. Sobre mujeres y, además, esclavas.
revistas.ucm.es/ghi/02130181/articulos/GERI0101110737A.PDF (2010)
El componente sexual marca una clara distinción entre la esclavitud sufrida por los hombres y las mujeres. Las segundas padecerán una esclavitud doblemente penosa, ya que al trabajo forzoso y a la falta de libertad se le sumará el agravante de ser utilizadas de forma generalizada como objetos sexuales. Incluso en aquellos casos que se permita a los esclavos formar familias (en muchas ocasiones la segregación será absoluta y las relaciones entre esclavos y esclavas imposible), las mujeres a menudo se seguirán viendo expuestas y sometidas a los deseos sexuales de los amos. En el caso de esclavas recién capturadas, el recurso a las violaciones, con el fin de aterrorizar a las cautivas y anular su capacidad de resistencia, será utilizado con frecuencia por los captores para someterlas a un estado de indefensión y sumisión absoluto. El desgarro del mundo emocional  de las mujeres sometidas a la esclavitud se completará con el trato que recibirán los hijos que engendren: esclavos desde el momento de nacer, podrán ser vendidos si así le conviene a su propietario, separados de sus madres para siempre y, en el caso de las niñas, utilizadas desde pequeñas también como objetos sexuales.
"Las violaciones empezaban en el mismo camino de deportación, con el propósito de entregarlas absolutamente quebrantadas psicológicamente y dispuestas a aceptarlo todo. Aunque la explotación sexual contaba mucho, no por eso se esperaba menos de ellas un trabajo productivo. (...) El matrimonio entre esclavos no suponía ni una pizca de libertad. En Malí los amos seguían manteniendo relaciones sexuales con las mujeres. (...) El amo de la mujer conservaba todos los derechos sobre los hijos que eventualmente vendía, hasta la tercera generación."
Jean-Michel Deveau. Mujeres esclavas de todos los tiempos; capítulo 3, El trabajo de las mujeres esclavas en África. Ediciones Martinez Roca, Barcelona, 2001 (p. 63, 77, 78)
La esclavitud se ha impuesto por unos y padecido por otros de formas muy heterogéneas, según las épocas y las culturas. No sólo por los motivos por los que se podía llegar a padecer, sino también por las condiciones de la esclavitud en cada caso: la dureza del trato y del trabajo, el hecho de ser esclavos rurales o urbanos, públicos o privados (pertenecientes al estado o a particulares), la posibilidad o imposibilidad de formar una familia, el destino de los hijos, las eventuales oportunidades de emancipación... Con tantas variables, se hace patente que la esclavitud no ha sido un estado con unas características claramente delimitadas, sino que existe toda una gradación de sometimientos que van de las condiciones más infamantes y duras hasta otras más benignas.

Dentro de este abanico de modalidades, hay que incluir por ejemplo a los siervos de la gleba, que en Europa en teoría sustituyeron a los esclavos durante la Edad Media. Siervos de la gleba que, a su vez, en función del país y de la época, también estuvieron sujetos a condiciones muy dispares, en ocasiones de extrema dureza y equiparables a la más rigurosa esclavitud. Decimos que en teoría la esclavitud desapareció desplazada por los siervos de la gleba porque lo cierto es que sobre todo en los países meridionales, España incluida, coexistieron siervos y esclavos, los segundos proporcionados por los constantes enfrentamientos con los reinos musulmanes.

Otra clase especial de esclavos, durante los primeros tiempos de las colonias americanas del norte, fueron los "indentured", los semi-esclavos, los blancos que se trasladaron a las colonias británicas con contratos equiparables a la esclavitud, unos contratos de una duración de diez años pasados los cuales recobraban la libertad. Su equivalente en las colonias francesas fueron los "engagés". Los "coolies", de origen asiático, también fueron utilizados, en condiciones parecidas, en distintas colonias americanas y de otros continentes.

La historia de la esclavitud es también la historia de las fugas de esclavos. Ya fuera por la natural ansia de libertad, o a causa de las inhumanas condiciones de explotación laboral y desestructuración familiar a las que en muchas ocasiones eran sometidos los esclavos, las fugas solían ser habituales, como demuestran las disposiciones para castigarlas severamente con las que contaban todas las sociedades esclavistas, desde Mesopotamia hasta las colonias americanas, pasando por Grecia, Roma, los reinos europeos durante la Edad Media, los países árabes, etc. No obstante, las fugas normalmente tenían pocas posibilidades de prosperar, ya que por un lado la lejanía de los países de origen hacía muy improbable su regreso, y por otro las medidas de control establecidas por las sociedades esclavistas para localizar a los fugitivos hacían que en la mayoría de los casos los esclavos fueran capturados de nuevo. En la práctica, la mayoría de los esclavos que conseguían la libertad lo hacían a través de la manumisión, más o menos accesible según las distintas sociedades esclavistas.

Las rebeliones organizadas fueron otro recurso, más esporádico, para conseguir la libertad. Hasta el siglo XVIII las rebeliones no fueron contra el sistema esclavista imperante, que no se cuestionaba, sino a favor de la propia libertad. Las más importantes rebeliones están recogidas en los relatos históricos, como las que las legiones romanas reprimieron en Etruria, Apulia y Sicilia durante el siglo II aC., o las numerosas que protagonizaron los esclavos negros en las distintas colonias americanas. Muchas sociedades esclavistas las vivieron en algún momento:

"Los zanj protagonizaron la resistencia más destacada contra la esclavitud árabe. Eran esclavos procedentes en su mayoría de África Oriental, que fueron obligados a trabajar en las terribles y húmedas salinas de Shatt-al-Arab, cerca de Basora, en el actual Iraq. Conscientes de su gran número y de las condiciones opresivas de trabajo, los zanj se revelaron en tres ocasiones. La mayor de estas rebeliones se prolongó desde el año 868 hasta el 883, periodo durante el cual infligieron una derrota tras otra a los ejércitos árabes enviados para reprimir la revuelta."
Owen Alik Shahadah. El islam y la esclavitud en las sociedades árabes y africanas.
www.libreria-mundoarabe.com/Boletines/n%BA69%20Mar.09/EsclavitudSociedadesArabes.htm (2010)
Las sociedades esclavistas han buscado siempre los argumentos necesarios para justificar su proceder: la supuesta inferioridad intelectual, moral o religiosa de los esclavos, el derecho de los vencedores a esclavizar a los vencidos, el derecho del acreedor a cobrar con la libertad del deudor, el derecho del Estado a castigar según qué delitos con la esclavización del transgresor...

Los argumentos se han adaptado a los momentos históricos. Así, por ejemplo, al iniciarse la expansión colonial europea, el encuentro con seres humanos de características morfológicas y culturales hasta entonces desconocidas, consideradas por los europeos más primitivas, menos evolucionadas, provocó la aparición de un racismo presuntamente científico, supuestamente basado en la observación objetiva de la realidad, que servió de justificación tanto para la misma colonización como para el subsiguiente sometimiento de los habitantes de los territorios ocupados. Este racismo pseudocientífico fue adoptado y adaptado, ya en el siglo XX, por el nacionalsocialismo alemán, con el conocido resultado de los campos de trabajo forzado y exterminio.

"He observado ya que, de todos los grupos humanos, los que pertenecen a las naciones europeas y a su descendencia son los más bellos. (...) ¿Poseen todos los hombres, en idéntico grado, el poder ilimitado de progresar intelectualmente? Dicho en otras palabras, ¿poseen las diferentes razas humanas la facultad de igualarse unas a otras? (...) Sobre ambos puntos contesto negativamente. (...) La variedad melania es la más humilde y yace en lo más bajo de la escala. El carácter de animalidad impreso en la forma de su pelvis le impone su destino a partir del momento de la concepción. (...) Lo que desea es comer, comer con exceso, con furor; no hay repugnante carroña indigna de ser engullida por él."
Conde de Gobineau. Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas (1854). Editorial Apolo, Barcelona, 1937 (p. 117, 119, 149)
Fragmento ampliado
Desde otro punto de vista, en distintos momentos se ha utilizado la que para las sociedades esclavistas era una justificación irrebatible: "el funcionamiento de una sociedad esclavista es inviable sin esclavos, por lo tanto, no se puede abolir la esclavitud". Es decir, en lugar de preguntarse qué modelo de sociedad se debería crear de forma que para su sostenimiento no sea necesaria la esclavitud de una parte de la población, se pasa directamente a justificar la esclavitud como forma de garantizar las características (en resumidas cuentas, los privilegios de la población libre) de la sociedad existente. Es un argumento pedestre, pero fue compartido por grandes pensadores, entre ellos el lúcido Aristóteles.

Durante el siglo XIX, durante los procesos abolicionistas de los distintos países europeos y americanos, éste fue también un argumento de peso, preocupados por los perjuicios económicos que la abolición de la esclavitud ocasionaría. Por ejemplo, a mediados del siglo XIX, en el parlamento español se enfrentaron los argumentos de los abolicionistas con los intereses de los hacendados cubanos propietarios de esclavos. Y unas décadas antes, a principios de siglo, en el parlamento inglés ocurró lo mismo, enfrentándose entonces los abolicionistas y los traficantes ingleses con sede en los puertos de Liverpool y Bristol.

La gran batalla de la lucha contra la esclavitud consistió en generalizar la idea de que no hay distintas categorías de seres humanos, y que por lo tanto, nadie puede ser esclavizado. Este aspecto ideológico fue acompañado a partir del siglo XIX de otros más prosaicos. Por ejemplo, la constatación de que el trabajo de las personas libres puede resultar más productivo a causa de su mayor incentivación y eficiencia laboral, algo que ya había afirmado Adam Smith en "La riqueza de las naciones" (1776).

A esta mayor productividad hay que sumar la inseguridad que comportaban las sociedades esclavistas, obligadas a mantener sistemas represores. La desproporción en muchas colonias entre el número de blancos y esclavos hacía que los primeros vivieran cada vez más bajo la amenaza de la rebelión, en constante tensión y temor.

La idea abolicionista se fue gestando con gran lentitud, trabajosamente, a lo largo de siglos, con avances y retrocesos, culminando primero en el siglo XIX con la abolición de la esclavitud en la mayoría de los países y en el siglo XX con la proclamación de Convención sobre la esclavitud de 1926, promovida por la Sociedad de Naciones (actualizada por las Naciones Unidas en 1953) y la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, que en su artículo 4 sentencia que "la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas".

Por otro lado, la historia de la abolición de la esclavitud pone de manifiesto un hecho muy importante, aplicable además aquí y ahora con relación tanto a las actuales formas de esclavitud como a cualquier otra violación de los derechos humanos. José Antonio Marina concluye el capítulo sobre la esclavitud de su obra "La lucha por la dignidad" refiriéndose a este aspecto:

"Los afectados por una situación que consideran injusta se rebelan. No sólo quieren su libertad real, sino que se reconozca su derecho a ser libres. Los esclavos, sin embargo, por su situación económica, educativa, no podían pelear eficazmente por sus pretensiones. Fueron otras personas, compadecidas por su dolor o indignadas por lo que consideraron un atentado a la dignidad humana, las que se empeñaron en cambiar las creencias establecidas que aceptaban la esclavitud como un hecho natural."
Es una reflexión que invita a la implicación. El conocimiento de los hechos del pasado se vuelve productivo cuando nos ayuda a construir un presente mejor. En el que la libertad y la igualdad de todos los seres humanos sean reconocidas y que la fraternidad permita además que sean respetadas.

La historia de la esclavitud es una historia inacabada. Porque junto a las solemnes declaraciones de las Naciones Unidas siguen existiendo tanto formas ancestrales de esclavitud (como en Mauritania o Sudán, con una importante proporción de población negra en manos de amos árabes), como otras nuevas formas de dominación o sometimiento, de las que tampoco están exentas las sociedades más democráticas (como el tráfico de mujeres destinadas a la prostitución).

Para comprobarlo, sólo hay que estar atento a los informes de las organizaciones de derechos humanos (como Anti Slavery International, Amnistía Internacional, Human Rights Watch...), o a algunas noticias que de forma periódica aparecen en los medios de comunicación.

"La esclavitud no es un horror felizmente relegado al olvido, sino que sigue existiendo en todo el mundo, incluso en países desarrollados como Francia y Estados Unidos. A lo largo y ancho del planeta, los esclavos trabajan, sudan y sufren. Probablemente, los zapatos que llevas puestos y la alfombra que estás pisando han sido fabricados por esclavos en Pakistán. Probablemente, los esclavos del Caribe han puesto el azúcar en tu cocina y los juguetes en las manos de tus hijos. En la India, probablemente han confeccionado la camisa que luces y han pulido el anillo que llevas en el dedo. Su trabajo no es remunerado."
Kevin Bales. La nueva esclavitud en la economía global. Siglo XXI. Avance editorial publicado en La Vanguardia, 25-6-00
Fragmento ampliado
Otros textos sobre la esclavitud
El 2 de diciembre se celebra el Día internacional de la abolición de la esclavitud, con el que las Naciones Unidas quieren tanto recordar la historia pasada como alertar acerca de la nuevas modalidades de esclavitud y tráfico de personas existentes en la actualidad.

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