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Cine y cultura de la violencia
El cine puede ser una herramienta muy útil para trabajar la cultura de la violencia
: muchas películas se nutren de ella, narran historias que muestran una realidad marcada por este tipo de cultura. Definimos la cultura de la violencia como aquella en la cual la respuesta violenta ante los conflictos se ve como algo natural, normal, incluso como la única manera viable de hacer frente a los problemas que nos encontramos a diario.

Fichas disponibles

Relación de películas sobre la cultura de la violencia (no incluyen fichas)
 

La cultura de la violencia


¿Qué es la cultura de la violencia? Vivimos sumergidos en ella, pero casi nunca nos preguntamos por esta cultura. Se suele decir que es aquélla en la cual la respuesta violenta ante los conflictos se ve como algo natural, normal, e incluso, como la única manera viable de hacer frente a los problemas que nos encontramos a diario.

A menudo debemos afrontar conflictos, pero la respuesta mayoritaria con la cual nos encontramos que la gente hace frente a ello es la violencia. Pero de violencias hay muchos tipos, y de algunas no nos damos cuenta. La cultura de la violencia bebe de muchas fuentes. Según Vicenç Fisas, (La paz es posible, Plaza & Janés, Barcelona, 2002)"la cultura de la violencia se ha forjado por la suma de diferentes vectores que han penetrado muy profundamente entre nosotros y que acaban moldeando muchos de nuestros comportamientos". Algunos de los vectores de los que habla Fisas son: el patriarcado, "la sacralización de conceptos como la competitividad, o el economicismo que gobierna la vida social y destruye el medio ambiente; la existencia de múltiples estructuras sumamente injusta [violencia estructural], el militarismo y la obsesión por gastar sumas astronómicas en armamento [en lugar de invertir en seguridad humana], las ideologías exclusivistas que no dejan apenas libertad para que las personas desarrollen su identidad, determinadas interpretaciones religiosas que avalan el desprecio o la demonización de los demás, la publicidad y los medios de comunicación que nos invitan constantemente a comportarnos como necios, etc."

La cultura de la violencia se asume de forma inconsciente, por tradición, nos nubla la vista, y no nos deja ver más allá de los patrones que otros establecieron sobre nosotros, y que repetimos de forma mecánica, sin cuestionarnos de dónde vienen y por qué.

Vivimos dentro de esta cultura de la violencia que no respeta a aquél que piensa de forma diferente a nosotros, que tiene otro color de piel, otro credo, otra nacionalidad, otra forma de entender la vida, otra lengua, otra manera de relacionarse afectivamente, donde morir no es una cuestión biológica sino que depende de con quién te cruces en la vida. Una cultura que crea desigualdad, permitiendo que haya personas en el mundo que deban malvivir con menos de dos euros al día mientras otros malgastan fortunas en coches que luego usan para realizar carreras ilegales llevándose por delante la vida de algún inocente (por poner un ejemplo); una cultura que favorece la contaminación, la transformación en negativo del medio que nos rodea; que permite la esclavitud, la venta de personas, por mucho que se diga que "eso" ya se abolió; que permite el subdesarrollo mientras se gastan fortunas en perpetuar la peor de las formas de afrontar los conflictos, la guerra, generando armas cada vez más destructivas, más letales (y luego dicen que el ser humano es el animal racional, siendo el único que invierte en la creación de herramientas para eliminar a sus semejantes); que acepta que existan "niños de la calle" los cuales carecen de cariño, de educación, de calor, y que pasan sus días entre el hurto, la huida de la policía (si esta antes no le "ajusta" las cuentas) y el mundo de fantasía que les proporciona la inhalación de pegamento; que no pone impedimento a la posesión del marido sobre la mujer, haciéndole su dueño y permitiendo que la vida de ella dependa del pie con el que se levanta "la persona que le ama"; y, por desgracia, un largo etcétera de terror que esta cultura consiente y justifica.

Por ello es interesante y necesario analizar está cultura, que no construye sino que destruye, que no une, sino que separa, que no mira hacia al futuro, porque no tiene futuro, (ya antes acabó con él). Analizarla nos permitirá ver cómo surge, cómo se genera, cómo se presenta, cómo se reproduce, para poder hacerle frente y crear el espacio necesario para generar el cambio de esta cultura de la violencia a una cultura de paz, donde haya espacio para el diálogo, para la convivencia, para el respeto por los derechos humanos, para que la naturaleza siga viva, para la utopía. En una sociedad en la que la violencia, el miedo y la seguridad armada son nuestro pan de cada día, es necesario analizar el por qué de este hecho, el por qué se invierte en ello en lugar de en una cultura de paz.

Si queremos cambiar el mundo, dominado por la violencia, debemos empezar por intentar entenderlo. Es por ello que se han seleccionado las siguientes películas. El cine puede ser una herramienta muy útil para trabajar la cultura de la violencia, pues muchos filmes se nutren de ella, narran historias que muestran la realidad, una realidad marcada por este tipo de cultura, tan expandida por el globo. Con ellas se pretende analizar las diferentes manifestaciones de la violencia y se intenta implicar a las nuevas generaciones para que colaboren en la tan difícil, pero no imposible, tarea de crear un mundo nuevo, en el cual afrontemos los conflictos que inevitablemente surgirán sin recurrir a la violencia. Se pretende crear una conciencia crítica y aumentar la capacidad reflexiva de los jóvenes, para no mirar de forma ingenua y crédula todo aquello que se nos muestra a través de los llamados medios de comunicación. Por ello las preguntas que se realizan en las fichas sobre los filmes no son las únicas que se pueden hacer, y quizás tampoco sean las mejores; a la vez no tienen una única respuesta, pues con ellas se busca abrir el debate, generar conciencia crítica, opinión personal, de poner sentimientos en común, de compartir. Es necesario para ello educar en y para el conflicto, en el respeto por los derechos humanos, en la acción noviolenta,... y así, en la medida de lo posible, evitar está destrucción, de la que somos culpables, pero no las únicas víctimas.

Mirar el mundo tal y como es hoy produce angustia y la tarea de intentar cambiarlo es cosa de todos, pues no es fácil, pero lo cierto es que tampoco es imposible. Por ello quiero acabar con unas palabras de Eduardo Galeano (Patas arriba. La escuela del mundo al revés. Ed. Siglo XXI, Madrid 2004), unas palabras que dan un empujón a la lucha, pues nos retan a imaginar, a tener esperanza, algo que el sistema que sostiene la cultura de la violencia nos niega:

"Aunque no podemos adivinar el tiempo que será, sí que tenemos, al menos, el derecho de imaginar el que queremos que sea. En 1948 y en 1976, las Naciones Unidas proclamaron extensas listas de derechos humanos; pero la inmensa mayoría de la humanidad no tiene más que el derecho de ver, oír y callar. ¿Qué tal si empezamos a ejercer el jamás proclamado derecho de soñar? ¿Qué tal si deliramos por un ratito? Vamos a clavar los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible".
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Coordinación de este apartado: Alba Rivero