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Historia de los Derechos Humanos

El nacimiento de las grandes religiones monoteístas


Una de las grandes aportaciones a la construcción de la ética y la justicia es la del pueblo judío. En el Antiguo Testamento, de forma especial a través de sus profetas, se hacen relevantes declaraciones que exhortan a actuar con justicia y a comportarse fraternalmente.
"Ay de aquellos que dictan leyes inicuas, ay de los que escriben sentencias injustas, que niegan la justicia a los débiles y quitan sus derechos a los pobres de mi pueblo, depredan a las viudas y desnudan los huérfanos."
Isaías 10, 1-2.
"Amad también vosotros al extranjero, porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto."
Deuteronomio, 10,19
"No te vengarás ni odiarás a los hijos de tu pueblo. Amarás al prójimo como a ti mismo."
Levítico, 19
"Si tu enemigo tiene hambre dale de comer pan, y si tuviere sed dale de beber agua".
Proverbios, XXV, 21
Pero el texto más difundido del Antiguo Testamento es Los Diez Mandamientos, considerado por el cristianismo como el germen de las modernas declaraciones de derechos humanos. José Antonio Marina se refiere así a Los Diez Mandamientos:
"En el decálogo hay que distinguir entre preceptos exclusivamente religiosos y preceptos éticos. (...) Los mandatos religiosos son: amar a Dios, honrar su nombre, santificar sus fiestas. Los demás son éticos. Honrar a los padres, no matar, no robar, no mentir, no codiciar lo ajeno, son preceptos admitidos por todas las morales. (...) Esta distinción entre preceptos religiosos y éticos se ve con mucha claridad en el resumen que da el cristianismo: los diez mandamientos se reducen a dos: amar a Dios (religioso) y amar al prójimo (ético)."
www.dios.com.ar/notas1/enigmas/conjeturas/mandamientos/mandamientos.htm (2007)
La aparición del cristianismo es otro importante hito histórico en el desarrollo de los derechos humanos. Heredero de la tradición judaica e influenciado por el estoicismo, a partir de las enseñanzas de Jesús de Nazaret insiste y profundiza en la idea de la dignidad e igualdad de todos los seres humanos.
"No hay griego ni judío, circunciso ni incircunciso, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo y está en todos".
Pablo de Tarso, Epístola a los colosenses
"Amarás a tu prójimo como a ti mismo (...) amar al prójimo como a sí mismo es mucho mejor que todos los holocaustos y sacrificios."
Marcos, 12, 31-33
Su difusión fue inicialmente lenta (considerada por los romanos como una secta más del judaísmo, no le dieron importancia). Pero su implantación se aceleró a partir del siglo II hasta conseguir ser la religión oficial del Imperio Romano a finales del siglo IV. El cristianismo había pasado de ser perseguido (de Nerón hasta Diocleciano) a perseguir entonces a los paganos (los practicantes de las antiguas religiones) y a los herejes (los seguidores de las sectas que surgían dentro del cristianismo).

Más tarde, a principios del siglo VII Mahoma empieza a divulgar el islam, lo cual supone un proceso de humanización de las costumbres de las sociedades del Norte de África. Insistió en la igualdad de los seres humanos proclamada por el cristianismo:

"Todos los hombres son iguales, como los son los dientes de un peine."
"¿Cómo podría ser bendecida la nación en la que no hubiera justicia para el débil contra el fuerte?"
Mahoma. Hadit (Dichos del Profeta)
www.icrc.org/web/spa/sitespa0.nsf/htmlall/6GUKCV?OpenDocument&style=custo_print (2007)
El Islam, al igual que el cristianismo y todas las grandes religiones, se interpretará y vivirá de formas distintas, en ocasiones defendiendo principios progresistas (la igualdad entre los seres humanos, la reivindicación de un mayor respeto a la mujer, etc.), mientras que en otras ocasiones, basándose también en sus textos sagrados, impulsará el expansionismo violento, la intolerancia religiosa, la misoginia, la homofobia, la esclavitud, etc. Las distintas ramas del Islam (lo mismo que las distintas ramas o iglesias del cristianismo o de otras religiones), así como las corrientes dominantes en cada una de estas ramas en los distintos momentos históricos, en muchas ocasiones obligarán a tener en cuenta muchos matices al intentar valorar su aportación (sin negarla) a la construcción de un mundo regido por el respeto a los derechos de las personas.

La esclavitud en el judaísmo, el cristianismo y el islam.

El Antiguo Testamento, en tanto que fiel reflejo de las sociedades de las sucesivas épocas durante las cuales se fue compilando, está lleno de referencias a la esclavitud. En pasajes de carácter bélico, en distintas ocasiones, los judíos son vencidos y caen en la esclavitud; en otras resultan victoriosos y esclavizan a los enemigos derrotados. A estos pasajes hay que añadir aquellos en los que aparece la esclavitud como pena por un delito cometido, o a causa de las deudas contraídas, o los relacionados con el comercio de esclavos.

La gran preocupación de los judíos será diferenciar entre la propia esclavitud y la ajena, una característica que al margen de ser habitual en la mayoría de culturas de la historia, impregnará y condicionará las evoluciones del cristianismo y del islam. Siglos más tarde, durante las confrontaciones entre el cristianismo y el islam, ambos no tendrán ningún reparo en esclavizar "a los infieles", al mismo tiempo que intentarán rescatar a los respectivos correligionarios que hayan sido hechos cautivos.

Para mitigar los efectos de la esclavitud los judíos tenían establecido el Jubileo, una medida destinada a poner un límite a la condición de esclavo (el Jubileo además contemplaba otras medidas sociales, como la duración sobre la propiedad de la tierra):

"Estas son las leyes que les propondrás. Si comprares siervo hebreo, seis años servirá; mas al séptimo saldrá libre, de balde."
Antiguo Testamento. Éxodo. Capítulo XXI
Una medida de la que, como ya se deduce de la cita anterior, sólo se podían beneficiar los hebreos:
"Así tu esclavo como tu esclava que tuvieres, serán de las gentes que están a vuestro alrededor; de ellos podréis comprar esclavos y esclavas. También podréis comprar de los hijos de los forasteros que viven entre vosotros, y de las familias de ellos nacidos en vuestra tierra, que están con vosotros, los cuales podréis tener por posesión. Y los podréis dejar en herencia para vuestros hijos después de vosotros, como posesión hereditaria."
Antiguo Testamento. Levítico. Capítulo XXV
Como curiosidad, en los siglos II y I aC, en la pequeña y austera secta judía de los esenios, se produjo el que quizás sea el único caso, en aquella época, de oposición teórica y práctica a la esclavitud de todo un colectivo.

Siguiendo lo que era habitual en aquellos tiempos, Jesucristo y los apóstoles no denuncian la existencia de la esclavitud, pero critican que los esclavos no sean tratados dignamente: el cristianismo pone énfasis en la igualdad entre todas las personas, pero rechaza la violencia, por lo que no insta a la revuelta social ante las injusticias. Al contrario, en el caso de los esclavos, les exhorta a ser sumisos y acatar su condición servil:

"Los esclavos se muestren sumisos en todo a sus amos (...) que sean modelo de fidelidad perfecta"
"Los que se encuentran bajo el yugo de la esclavitud, que miren a sus propios amos como dignos de todo respeto."
"Esclavos, obedeced a vuestros amos (...) Amos, practicad la justicia y la equidad con vuestros esclavos."
San Pablo,  (Tit 2,9-l0; 1Tim 6,1; Col 3,22-4,1)
Estos criterios se incorporaron a la doctrina de la Iglesia, hasta el punto que para descartar eventuales interpretaciones de los Evangelios en otro sentido, en distintos momentos recordó la obligación de los esclavos de seguir sometidos a sus amos, como ocurrió en el concilio de Gangres (ca 340), cuando amenazó con excomulgar a aquellas personas que incentivaran o justificaran las fugas y el abandono de las obligaciones serviles.

Siglos más tarde, el teólogo, pensador y político inglés Tomás Moro (1478-1535), en su obra más conocida, Utopía, seguía contemplando la esclavitud como legítima en determinados casos:

"Los utópicos no hacen esclavos a los prisioneros de guerra, a menos de que la guerra la haya buscado el país enemigo, ni a los hijos de los esclavos, ni a los extranjeros que vienen a Utopía, aunque sean esclavos en sus países. Sólo reducen a esclavitud a los naturales de su isla que merecen ese castigo por sus delitos, o a los que han sido condenados a muerte en las ciudades de otras tierras por los grandes crímenes que han cometido. (...) Tienen otra especie de esclavos: los ganapanes míseros y pobres de otras tierras que eligen de su propia voluntad ser esclavos en Utopía. (...) Los que faltan a la fidelidad prometida son condenados a la más dura esclavitud; (...) Comúnmente, los más de los crímenes, por atroces que sean, son castigados con la esclavitud, pues creen que no es menos aflictiva para el delincuente, ni menos provechosa para la República, que la ejecución inmediata del criminal."
Durante la colonización americana, las extensas referencias a la esclavitud en el Antiguo Testamento y la falta de su condena en el Nuevo Testamento, sirvieron en muchos casos a los países cristianos para justificar la esclavitud primero de los indios y luego de los negros transportados a través del Atlántico, con el argumento de que era mejor para ellos ser esclavos entre cristianos que seguir siendo libres y paganos.

En el Corán también se admite la esclavitud, pero al mismo tiempo se considera meritoria la liberación de un esclavo en determinadas circunstancias (Mahoma tenía esclavos y los liberó al morir), ya sea como expiación de un pecado o como una acción noble encaminada a seguir una vida más digna y alcanzar así el paraíso.

"Dios no os castigará por la exageración de vuestros juramentos; pero si os castigará si no cumplís lo que habéis concluido. La expiación de este perjurio será alimentar diez pobres con una alimentación como la que alimenta a los vuestros; o vestir diez pobres; o liberar un esclavo."
El Corán. Sura V.
www.cedt.org/coran.htm (2007)
Las referencias a la liberación de esclavos como actos meritorios se repiten a lo largo del Corán, pero al igual que en la Biblia, en ningún caso se hace una consideración negativa de la esclavitud, por lo que en los pueblos que adoptaron el islam la esclavitud fue una institución que no planteaba dudas o reparos morales.

Con la esclavitud ya abolida, las distintas tradiciones religiosas han reinterpretado en ocasiones su pasado, al igual que suelen hacer todas las organizaciones humanas, sean del tipo que sean, resaltando sus rasgos más civilizadores e igualitarios y orillando o minimizando su contribución a otros aspectos más incómodos.

"(...) sólo a través de una larga historia de siglos ha ido extinguiéndose [la esclavitud], merced casi en su totalidad al influjo del cristianismo, y el esclavo ha logrado su liberación y el reconocimiento que le sitúa en el nivel de igualdad con los demás hombres. No necesitó el cristianismo, y en un principio no lo hizo, enfrentarse directamente con el problema. Su espíritu y doctrina entrañan una serie de verdades y principios que habrían de hacer, en su expansión, imposible que se pudiera mantener una situación del todo incompatible con él." (1)
S. Álvarez Turienzo. Esclavitud; doctrina Social Cristiana. Enciclopedia GER, www.canalsocial.net (2010)
Es una afirmación arriesgada, a la que se podrían oponer las siguientes palabras de Emilio Castelar, pronunciadas en el Congreso de los Diputados español el 20 de junio de 1870:
"Yo no disputaré sobre si el cristianismo abolió o no la esclavitud. Diré solamente que llevamos diecinueve siglos de cristianismo, diecinueve siglos de predicar la libertad, la igualdad, la fraternidad evangélica, y todavía existen esclavos. Y sólo existen en los pueblos católicos; sólo existen en el Brasil y en España. Sé más: sé que apenas llevamos un siglo de revolución y ya no hay esclavos en los pueblos revolucionarios."
"La abolición de la esclavitud". Emilio Castelar 20 de junio de 1870
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Es cierto que la idea cristiana de la igualdad entre todos los seres humanos supuso un avance moral fundamental en la civilización de Occidente. Pero en cuanto a la esclavitud, al no "enfrentarse directamente con el problema", el resultado fue que las distintas iglesias (y las distintas naciones) favorecieron durante siglos su supervivencia. Y en el siglo XVIII, incluso en el XIX, todavía había devotos cristianos (protestantes y católicos) dedicados a la trata o propietarios de esclavos. De la misma forma que también había comerciantes judíos que participaban en el comercio de esclavos, y la trata transahariana a cargo de musulmanes seguía muy activa.

La Iglesia católica no condenó la esclavitud de forma absoluta, en todos los casos y sin ningún tipo de excepciones, hasta el siglo XIX:

"Amonestamos a los fieles para que se abstengan del deshumano tráfico de negros o de cualquiera otros seres humanos. Amonestamos y conjuramos para que de aquí en adelante no se continúe oprimiendo tan injustamente a los indios, a los negros, ni a cualquier otro grupo humano, privándoles de sus bienes o haciéndolos esclavos."
Gregorio XVI. Bula In Supremis, 1839
Por otro lado, hay que reconocerle a la Iglesia católica que fue una avanzada con relación a la prohibición de la esclavización de los indios, con independencia de que españoles y portugueses acataran más o menos la prohibición. Y que con relación a la esclavitud de los negros, las primeras denuncias las formularon católicos (Frias de Albornoz, el capuchino Francisco José de Jaca y algunos otros, muy pocos). Estas denuncias minoritarias, por otro lado, fueron silenciadas por las jerarquías eclesiásticas.

Con relación a la pervivencia de la esclavitud, a la Iglesia católica, al igual que a las otras iglesias cristianas y a los líderes de otras religiones, como por ejemplo el islam, quizás se les puede hacer un reproche mayor que a los distintos países o colectivos sociales implicados en la trata y la esclavitud. En la medida que las religiones han basado su credibilidad en la inspiración divina, parece que esta inspiración tendría que haber ido aparejado con una mayor lucidez y un más decidido liderazgo en el proceso abolicionista.

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(1) Otro ejemplo, en este caso del islam: "¿Por qué el Islam con toda su concepción elevadísima de la condición humana no abolió de una vez la esclavitud? (...) En unas sociedades donde más de la mitad de la población era esclava sin un trabajo independiente, sin casa, sin medios, sin educación, la esclavitud no podía ser erradicada de golpe. No se puede procurar un bien a cambio de provocar un mal mayor. Por eso el Islam ideó un plan de abolición gradual, donde se cambiaba la mentalidad, se educaba, se generaban los medios para que la sociedad vaya asimilando el gran cambio."
Ayatullah Makarim Shirazi, La esclavitud y el Islam. www.islamchile.com/islam/esclavitud.htm (2010)



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