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Los derechos humanos como expresión de "lo bueno"


José Antonio Baigorri, Luis María Cifuentes, Pedro Ortega, Jesús Pichel y Víctor Trapiello. Los derechos humanos. Un proyecto inacabado. Ediciones del Laberinto, 2001. Madrid (pag. 58 a 60)
Teóricamente, un diálogo sobre qué es lo bueno, sobre cuáles han de ser los valores y las normas morales a las que ha de adecuar su comportamiento la humanidad entera, en el que participaran todos los seres humanos, en condiciones de igualdad, y en el que se llegara a acuerdos racionales, fundamentaría de forma completa esos valores.

Además, los hombres que actuaran siguiendo esas normas serían plenamente autónomos, ya que estarían obrando de acuerdo y por respeto a la razón humana. La diferencia entre lo que exigía Kant para que hubiera autonomía y lo que exigen actualmente algunos autores éticos estriba en que Kant consideraba que la razón y sus exigencias eran las mismas en todos los individuos y, por lo mismo, el hombre al seguir los mandatos de su razón seguía los mandatos de "la razón", mientras que en la actualidad se piensa que las exigencias de "la razón" sólo se pueden conocer en la medida en que todos los seres racionales exponen razonadamente sus posturas y, después de un diálogo, llegan a un consenso. El "yo" kantiano, fundamento de la moral, ha sido sustituido por el "nosotros". En lugar de ser "yo" el que tiene que decidir --eso exigía el imperativo kantiano-- qué es lo que los demás quieren hacer para actuar de esa manera, hay que preguntárselo a ellos y decidirlo entre todos.

Sin duda alguna, un diálogo con esas características es imposible; es un ideal inalcanzable que puede servir únicamente como referente teórico.

Sin embargo, si existe algún caso concreto que se acerque a este ideal, indiscutiblemente es en el proceso histórico que ha llevado a la Declaración Universal de Derechos Humanos. En efecto, cuando en diciembre de 1948 se produjo la solemne Declaración Universal de Derechos Humanos, fueron 48 estados, de los 56 que en aquella época eran miembros de las Naciones Unidas, los que votaron a favor de los mismos. Los otros 8 se abstuvieron. Y en 1966 fueron 102 estados, de los 122 miembros, quienes los aceptaron. En la actualidad se puede decir que todos los países del mundo, por lo menos teóricamente, se muestran partidarios de los mismos, aunque eso no quiere decir que los cumplan.

En el contenido de la Declaración Universal se encuentran, pues, de acuerdo hombres de diversas creencias, de mentalidades diferentes, de posiciones sociales y económicas distintas... lo que hace que los valores que en ellos se recogen se puedan considerar como valores con validez universal, que los valores que en ellos se proclaman se puedan considerar en la actualidad como la expresión más fundamentada acerca de qué es lo bueno.

Es cierto que esta fundamentación no es absoluta y tiene carácter histórico, puesto que recoge acuerdos actuales y no se puede saber qué es lo que acordarán los hombres en el futuro. Es cierto, también, que en su formulación actual hay posiblemente insuficiencias y tiene que ser completada. Pero, ¿acaso hay algo humano, alguna creación humana, que sea perfecta y que sea para siempre?