Principal > Documentación > Documentos sobre DH

Declaración de Rio de Janeiro
Fórum internacional de ONG


Rio de Janeiro, 1-15 de junio de 1992
[www.eurosur.org/NGONET/tr924.htm (2006)]
Nosotros, ONG del mundo entero, redes nacionales e internacionales y Movimientos Sociales, reunidos en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo, en el Foro Global, afirmamos los siguientes compromisos para el futuro:

1.
Tenemos conciencia de la contradicción existente entre el modelo de civilización dominante, injusto e insostenible, construido sobre el mito del crecimiento ilimitado y que ignora los límites finitos de la Tierra.

Entendemos, por eso, que la salvación del planeta y de sus pueblos presentes y futuros exige la creación de una nueva civilización fundada sobre una ética que determine y se base sobre los límites, la prudencia, el cuidado y respeto por la diversidad, la solidaridad, la justicia y la libertad. Subrayamos enérgicamente la imposibilidad de un desarrollo sustentable si nuestra lucha no es compartida por los sectores sociales más carentes y excluidos, contra la pobreza y las causas del empobrecimiento.

2.
Rechazamos enérgicamente que el concepto de desarrollo sustentable sea transformado en mera categoría económica, restringido al empleo de nuevas tecnologías y subordinado a cada nuevo producto del mercado. Permitir esto significa garantizar la continuación de la pobreza y la riqueza estructurales, emergentes del modelo de civilización dominante que denunciamos.

Para llegar a sociedades sustentables, afirmamos que los países ricos tienen el deber de frenar, estabilizar y más aún, revertir sus tasas de crecimiento, para que otros países puedan buscar y ejercer su derecho a niveles de vida dignos y otros derechos ciudadanos para sus pueblos. En lo que respecta a las mujeres en particular, garantizar el derecho de control sobre sus propias vidas tiene que ser una premisa básica de cualquier acción relativa a los temas de población, medio ambiente y desarrollo.

3.
Habiendo quedado demostrado que la mayor responsabilidad por la degradación y pobreza del planeta le corresponde a la mayoría de los países del hemisferio Norte, también queremos marcar que en el hemisferio Sur, los gobiernos, empresas multinacionales, instancias internacionales de regulación, bancos y las propias élites locales de poder, se unen para reproducir el mismo modelo fallido e insostenible, con la aceptación pasiva de grandes capas de la población.

Tenemos conciencia de que las actuales relaciones Norte-Sur, basadas en la desigualdad, la dominación, la explotación y la confrontación desigual no pueden seguir siendo aceptadas. Esto nos coloca ante un desafío común: trabajar juntos contra los mecanismos que crean las injusticias y la degradación, uniendo las fuerzas de la sociedad que aspiran a un cambio, contra las que quieren mantener este status-quo.

4.
La Cumbre de la Tierra ha frustrado las expectativas que ella misma había creado para la humanidad. Se ha mantenido sometida a los poderosos intereses económicos dominantes y a las lógicas de poder prevalecientes. El proceso de la CNUMAD mostró que a pesar de la retórica oficial, la gran mayoría de los gobiernos fueron incapaces de escuchar a las ONGs y lo que es más importante: de escuchar los clamores de la sociedad civil internacional.

Tenemos que resaltar, sin embargo, que la Conferencia no fue un fracaso total. Han habido posiciones diferenciadas entre países. En algunos casos, los ciudadanos y la opinión pública hicieron avanzar las posiciones de sus gobiernos. El proceso también ha conllevado un innegable progreso de la toma de conciencia y la cohesión entre aquellos que luchamos en nuestros continentes pro un verdadero desarrollo y contra la pobreza.

Sobre todo para la sociedad civil ha quedado un saldo positivo: después de la Conferencia de Río 92, será imposible para los gobiernos e instancias públicas internacionales decidir sobre nuestro futuro sin escuchar nuestras voces. Apoyados en esta nueva conciencia y en nuestra autonomía, lucharemos por la democratización de los Estados, de las instituciones internacionales y de la propia ONU. Lucharemos por la participación activa de los ciudadanos en los diversos mecanismos de decisión y por el control sobre sus políticas.

5.
Denunciamos el hecho de que las grandes corporaciones transnacionales se han constituido en un poder por encima de las naciones, en convivencia con muchos gobiernos e instancias públicas internacionales, presentándose como campeones del desarrollo sustentable. Es urgente, por la soberanía de nuestros países y si no queremos ver a la ONU totalmente vaciada de contenido, imponer mecanismos de control democrático a esas enormes corporaciones y al llamado libre mercado. Solamente cuando éstas demuestren, en los hechos y en la práctica que han abandonado su creencia en el mito del crecimiento ilimitado, podremos creer en su pretendido compromiso con un desarrollo sustentable.

6.
Volviendo a nuestras propias sociedades, vemos qué largo camino tenemos por recorrer. Los que se benefician del crecimiento económico resisten abandonar sus patrones de consumo, los que aspiran a un día llegar a poder practicar esos patrones de consumo, apoyan el desarrollo a cualquier costo; mientras que muchos ni siquiera pueden expresar sus deseos porque se encuentran en condiciones de vida por abajo de lo mínimo.

Hemos descubierto que una sociedad sustentable esta siendo construida a partir y en la práctica de diversos grupos, comunidades y pueblos. Parte del desafío es valorizar las pequeñas experiencias y soluciones, al mismo tiempo que promoverlas a escala regional, nacional, y por todo el mundo.

En contraposición a las propuestas -ya en vías de realización- de integración en bloques de muchos países del Sur, a través de sus mercados proponemos, como alternativa democrática, la integración de sus pueblos, en la lucha por un futuro común en justicia y democracia.

Nuestra meta sigue siendo la justicia dentro de cada país y entre países. En muchas ciudades y zonas rurales, las poblaciones han perdido su derecho a un ambiente sano. Definitivamente no queremos que se sume, a la exclusión social que repudiamos, una nueva exclusión ambiental.

7.
En un mundo de crisis múltiples, para escapar al poder económico que dirige nuestros deseos y nuestro futuro y al poder político amenazador y distante, divorciado de los pueblos, nos sentimos tentados a cerrarnos en nuestras particularidades étnicas, culturales o religiosas. Nuestra tarea es transformar esa diversidad cultural, lingüística, étnica, de género, institucional y política en nuestra verdadera riqueza.

Nuestro mayor desafío, en términos inmediatos, es implementar y fortalecer acciones, dinámicas, e interrelaciones que, basadas en las necesidades de nuestros pueblos, vayan construyendo progresivamente una perspectiva y un proyecto común. Para esto, precisamos dar un salto de calidad en dirección a una mayor conciencia, educación, organización y articulación de las sociedades civiles nacionales e internacionales. No tenemos derecho a esperar la celebración de los 50 años de la ONU para hacer realidad este proyecto. Por el contrario, 1995 debería ofrecernos la oportunidad de evaluar todo lo que hemos hecho durante los próximos tres años, y ser un punto de encuentro para nuevos desafíos.

8.
Hablar de medioambiente y desarrollo es hablar de la vida como un todo. Para tratar de atender esta totalidad, en los días pasados, hemos diferenciado una serie de temas: clima, biodiversidad, bosques, sabanas, desiertos y zonas semiáridas, agua potable y océanos, desechos tóxicos y nucleares, energía, pesca, asentamientos humanos, cuestión urbana, condiciones de trabajo industrial, reforma agraria, agricultura sustentable, nuevas tecnologías, comunicación, pobreza, violencia urbana y rural, racismo, militarismo, población, deuda ecológica, cuestión indígena, niños y adolescentes, mujeres, deuda externa, comercio internacional, corporaciones transnacionales, GATT, FMI, Banco Mundial, mecanismos de decisión global, y educación ambiental.

En nuestros debates y en la elaboración de nuestros compromisos, nos movió nuestro sentido de responsabilidad para con todos aquellos, que al igual que nosotros, luchan por un mundo mejor, y con los oprimidos y los marginados, en particular. Afirmamos nuestro compromiso de luchar con ellos y para ellos. Y esto comprende, igualmente, la defensa del medio ambiente y de la naturaleza, que al igual que los oprimidos, es usada como materia prima descartable.

Esto es lo que afirmamos en este punto de partida para el futuro, en esta ciudad maravillosa y herida que es Río de Janeiro, Brasil.
 

Foro internacional de ONG. Río de Janeiro, 1992
En julio de 1992 se celebró en Río de Janeiro la Conferencia de las Naciones Unidas para el Medio ambiente y el Desarrollo (CNUMAD). Al mismo tiempo, los mismos días y también en Río de Janeiro, se organizó el Foro Global 92, con la participación de ONG y movimientos sociales de todo el mundo, con el propósito de aportar un punto de vista crítico a las posturas defendidas por los estados en la CNUMAD. Más de 25.000 personas, representando 11.000 ONG procedentes de 171 países, se reunieron por demostrar la vitalidad de la sociedad civil.

Una de las muchas actividades que se llevaron a cabo durante aquellos días fue la elaboración de un conjunto de documentos: declaraciones de principios generales, sobre cooperación entre ONG, sobre economía, sobre temas ambientales o sobre temas intersectoriales. La Declaración de Río de Janeiro es un de estos documentos; fue aprobada por todas las entidades presentes al Foro.