Soledad Luque, sospecha que su hermano fue un "bebé robado"

Soledad y su hermano mellizo Francisco nacieron en enero de 1965 en la maternidad de O’Donnell de Madrid. A sus padres les dijeron que el niño se quedaba en la incubadora y, semanas después, que había muerto. No les dejaron ver el cadáver.

La maternidad O’Donnell es una de las clínicas de entonces en las que se han denunciado más robos de bebés durante el franquismo, con la presunta complicidad de personal médico y religioso. Los historiales clínicos han desaparecido y los libros de partos de la clínica tienen hojas arrancadas.

Soledad y sus hermanos denunciaron en España el robo de Francisco pero se archivó un año después. Entonces constituyeron la asociación ‘Todos los niños robados son también mis niños’ y se sumaron a la querella argentina que investiga crímenes como este, con la oposición del gobierno español.

El caso de Soledad no es único. Miles de niños y niñas podrían haber sido víctimas de apropiación, desaparición forzada y/o sustitución de su identidad.

Sus familias todavía hoy mantienen viva la ilusión de conseguir justicia.

Esta acción ha finalizado. Hemos sido 327.065 firmantes

El 14 de octubre de 2021 entregamos en el Congreso de los Diputados más de 327.000 firmas, reclamando al Parlamento que garantice el respeto, la protección y la realización del derecho a la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas de las graves violaciones de derechos humanos cometidas durante la Guerra Civil y el franquismo.

Ese mismo día comenzó la tramitación de la Ley de Memoria Democrática, superando las enmiendas a la totalidad presentadas por algunos grupos parlamentarios. La ley permitirá avanzar, pero también cuenta con importantes ausencias, como que no se eliminen los obstáculos a la investigación judicial de los crímenes de derecho internacional cometidos en España en el pasado.

Pero hoy nos encontramos un paso más cerca para que haya verdad, justicia y reparación, gracias a la lucha y el trabajo en el que muchas personas se han volcado, destacando a las asociaciones de víctimas y familiares, infatigables contra la impunidad por las graves violaciones a los derechos humanos cometidas en el Estado español.

Cada firma, junto a otras cientos de miles de firmas, hacen como las gotas que caen sobre la piedra, abriendo paso hacia una victoria necesaria para los derechos humanos. Seguiremos, sin duda, pero también ya podemos celebrar cómo nuestra incansable persistencia nos permite proyectar en el horizonte un mundo en el que se haga justicia. Por ello, GRACIAS.