Antonio Narváez, sus padres estarían en una fosa común.

“El día 17 de julio de 1936 le pegaron un tiro por la espalda (a mi padre)… Mi hermano tenía 5 años y yo tenía 3, (…) y aún se permitieron el lujo de llevarse a mi madre y matarla.”

A Antonio le contaron que a su padre lo enterraron en una fosa común; y de su madre nunca volvió a saber nada.

El gobierno español nunca lo ha investigado y, por eso, Antonio decidió recurrir a la justicia argentina. En 2015, con 82 años, pudo por fin, por primera vez en su vida, contar su historia ante un juzgado.

Por el momento, no ha habido avances en el caso. Lo que sí que se sabe es que el gobierno español está bloqueando la investigación sobre otros casos y deja en manos de familiares y asociaciones la exhumación de fosas comunes.

El caso de Antonio no es único. Se estima que miles de personas fueron víctimas de desaparición forzada durante la guerra civil y el franquismo, que aún están en fosas comunes de todo el territorio español. Personas que todavía hoy mantienen viva la ilusión de conseguir justicia.

Esta acción ha finalizado. Hemos sido 327.065 firmantes

El 14 de octubre de 2021 entregamos en el Congreso de los Diputados más de 327.000 firmas, reclamando al Parlamento que garantice el respeto, la protección y la realización del derecho a la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas de las graves violaciones de derechos humanos cometidas durante la Guerra Civil y el franquismo.

Ese mismo día comenzó la tramitación de la Ley de Memoria Democrática, superando las enmiendas a la totalidad presentadas por algunos grupos parlamentarios. La ley permitirá avanzar, pero también cuenta con importantes ausencias, como que no se eliminen los obstáculos a la investigación judicial de los crímenes de derecho internacional cometidos en España en el pasado.

Pero hoy nos encontramos un paso más cerca para que haya verdad, justicia y reparación, gracias a la lucha y el trabajo en el que muchas personas se han volcado, destacando a las asociaciones de víctimas y familiares, infatigables contra la impunidad por las graves violaciones a los derechos humanos cometidas en el Estado español.

Cada firma, junto a otras cientos de miles de firmas, hacen como las gotas que caen sobre la piedra, abriendo paso hacia una victoria necesaria para los derechos humanos. Seguiremos, sin duda, pero también ya podemos celebrar cómo nuestra incansable persistencia nos permite proyectar en el horizonte un mundo en el que se haga justicia. Por ello, GRACIAS.