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Y llegó el hombre del saco. Los derechos de la infancia
Marcela Prádenas. Bruño y Amnistía Internacional. Madrid, 2001 (propuesta del cuadernillo de actividades adjunto al libro)
 La historia oculta de los tres cerditos
¿Discriminación o tolerancia?
Artículos relacionados de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:
Artículo 1. Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Artículo 2. Toda persona tiene los derechos y libertades proclamadas en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición...
Artículo 7. Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación. 
Objetivos
Actitudinal
: Rechazar actitudes discriminatorias basadas en prejuicios. Desarrollar una actitud empática hacia las personas que sufren discriminación. 
Cognitivo: Comprender el concepto de discriminación y prejuicio. 
Comprender la diferencia entre prejuicio y observación objetiva de un hecho o un comportamiento. 
Procedimental: Analizar una versión distinta de una historia estereotipada (un cuento popular).

La actividad


Duración: 60 minutos.
Recursos: Fotocopias de «La historia oculta de los tres cerditos».
Tipo de grupo: Grupo de clase.

Desarrollo


a. El profesor pide a los alumnos que, entre todos, reconstruyan la historia de los tres cerditos. A continuación les preguntará qué opinan del personaje del lobo.
b. El profesor repartirá entre los alumnos «La historia oculta de los tres cerditos».
c. Una vez que los alumnos la hayan leído, se iniciará un debate con las siguientes preguntas:
  • ¿Cuáles eran tus sentimientos originales hacia el lobo en el cuento de Los tres cerditos antes de haber leído esta otra versión del cuento? ¿Cómo te sientes respecto a esta nueva historia? ¿Qué piensas ahora de los tres cerditos?
  • ¿Crees que el aspecto del lobo influyó para que nadie escuchara su historia? ¿Y que su modo de vida y sus costumbres diferentes tuvieron algún peso a la hora de condenarlo?
  • ¿Ha existido en tu vida una situación en la que has pensado de una manera y has cambiado al escuchar el punto de vista de otra persona? ¿Qué has aprendido de esta historia y de su discusión? ¿Crees que tiene alguna explicación sobre el derecho a la presunción de inocencia y la no discriminación por motivos de raza, color, religión, cultura o cualquier otro motivo?
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 Material
Texto: La historia oculta de los tres cerditos

Me llamo Sean O'Connor. Soy un lobo irlandés. Os escribo desde la prisión de Soto del Real, en Madrid, casi habiendo cumplido la totalidad de la pena que me fue impuesta, injustamente, acusado de intento de asesinato de tres lechoncitos. Y digo injustamente, porque, por alguna extraña razón, nadie quiso nunca creer mi versión de los hechos.

Todo empezó una tarde de invierno en que yo paseaba por los bosques de Asturias recogiendo setas y tubérculos para la cena. Eran mi comida preferida desde que, hacía un año, me había trasladado desde los montes irlandeses en busca de climas más amables. Había comprado un gran terreno con todos mis ahorros y, por fin, vivía como siempre había soñado. Aquel verano, tres cerditos construyeron sus pequeñas casas dentro de mis terrenos. No me importó, pues sabía que tendría a quien acudir cuando necesitara compañía.

Esa tarde, el cielo se oscureció amenazando tormenta. Decidí volver a casa, cuando observé que un violento tornado se acercaba peligrosamente hacia las casas de los tres cerditos. Corrí desesperadamente hacia la primera, que era de paja. Antes de poder auxiliarlo, la casa se vino abajo y el cerdito corrió a la casa de su hermano. Yo me dirigí raudo hacia ésta para intentar evitar que cayera, pero fue inútil, porque estaba levantada con ramas de árbol, y fue inevitablemente engullida por el tornado. Los dos cerditos corrieron a casa del tercer hermano para refugiarse. Para entonces, era yo el que huía del tornado. Llamé desesperadamente a la puerta, porque esta casa estaba construida con ladrillos y aguantaría perfectamente el vendaval. No me abrieron. Pensé que no me habían oído, así es que intenté entrar por la chimenea. Me tiré por ella y caí en un caldero con agua hirviendo que, supongo, habrían olvidado sobre el fuego.

Cuando el tornado pasó, desperté ya en el hospital penitenciario. Me comunicaron que los cerditos habían puesto una denuncia por derribar sus casas e intentar comérmelos. En el juicio, todos creyeron a los cerditos. Creo que su aspecto tierno y rosado ayudó mucho. Cuando yo dije que recogía verduras para comer, el jurado se rió, y oí comentarios sobre mis enormes colmillos y sobre la imposibilidad de que un lobo pudiera ser vegetariano, así como sobre mi aspecto peludo y oscuro y mis extrañas ropas. Pero digo yo: ¿cómo es posible que alguien pueda creer que soplando pudiera derribar dos de sus casas e intentarlo con la tercera? ¿Por qué todos pensaron que un lobo peludo no podía ser propietario de los terrenos?

Lo único que yo quería era vivir tranquilo en mis tierras, cultivar mis hortalizas, recoger bayas silvestres y mantener limpio y cuidado el bosque. Ahora estoy enfermo y encerrado. Cuando acabe la condena, creo que volveré a Irlanda con las manos vacías y sin ninguna ilusión.