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Propuestas monográficas sobre temas diversos
Las minas antipersona


Descripción
A partir de un juego como el buscaminas, descubrir los efectos desvastadores de las minas de verdad y los intereses que se esconden detrás del comercio de armas.

Área
Sociales, ética, tutoría.

Edad
ESO y Bachillerato (a partir de 12 años)

Duración
60 minutos.

Derecho relacionado
El contenido de la Declaración sobre una Cultura de Paz.
El Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
>> documentos de las Naciones Unidas en formato HTML y PDF.

Objetivos
Reflexionar sobre el daño ocasionado por las minas antipersonas y la ingente cantidad de recursos necesarios para desactivar sus mortíferos efectos, latentes durante décadas.
Reflexionar sobre los intereses que han permitido su utilización.

Preparación por parte del profesorado
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Material o soporte
Textos adjuntos

Metodología
Primera parte. 15 minutos
Se escogerán cinco alumnos y/o alumnas. A cada uno se le asigna  uno de los cinco textos adjuntos, para que lo lea y preparen lo que les sugiere, con el objetivo de realizar una exposición posterior ante sus compañeros y compañeras.
El resto de la clase se dividirá en grupos de cuatro para jugar al juego del buscaminas (una variación sobre el de los barcos). Se les pedirá que asuman el rol de un campesino que tiene que ir al campo a trabajar. Gana quien menos minas encuentre.
Instrucciones para el juego del buscaminas.
Opcional: si se dispone de una aula de informática bien dotada, si se considera preferible se puede optar por utilizar el juego de Buscaminas incluido habitualmente en los ordenadores. Para esta variante, consulta el apartado de la web Juegos e intervenciones educativas; el Buscaminas.

Segunda parte. 25 minutos
Los alumnos/as que han preparado los textos hacen la valoración del que se les ha asignado, durante un máximo de 5 minutos, al resto de la clase.

Tercera parte
En los últimos minutos de clase, se preparará un pequeño debate entre toda la clase sobre los argumentos que se han presentado y las conclusiones que se establezcan.
Se pueden usar las siguientes cuestiones para empezar con el debate:

Evaluación
¿El alumnado tenía previamente información sobre las dimensiones del problema de las minas antipersona?
Comentar el artículo Volver a caminar (Lula Gómez. El País, 7-5-2006), sobre las operaciones y las prótesis de los niños y niñas mutilados a causa de las minas.

Continuidad o relación con otras actividades
La ribera del Oka (lectura y reflexión sobre la carrera armamentística y la necesidad de resolución pacífica de los conflictos).

Elaboración del material
Esta actividad forma parte de los "Materiales para la educación en Derechos Humanos (Gorka Azkarate, Lourdes Errasti y Maite Mena. Ararteko, 2000).
Está adaptada parcialmente por el Grup d'Educació d'Amnistia Internacional Catalunya.
Más información sobre los materiales del Ararteko.

Anexo 1. Reglas del buscaminas
El buscaminas es una variación del juego de la guerra de barcos.
Está pensado para dos contrincantes o para dos parejas de contrincantes. Como en el juego de barcos, cada participante dibuja en un papel cuadriculado dos cuadrados de diez casillas por lado. Se numeran las celdas horizontales y a las verticales se les asignan las diez primeras letras del abecedario.
Uno de los cuadrados se dejará en blanco (representa el "campo minado" que ha sembrado el adversario)  y el otro se utiliza para sembrar las propias minas (las que deberá evitar, si puede, el otro jugador). Por ejemplo, cada jugador puede poner diez minas.
Los participantes han de asumir el rol de un campesino que tiene que ir al campo a trabajar. No tienen más remedio que moverse por el campo minado, si quieren cultivarlo y no perecer de hambre.
Se echa a suertes quién empieza a jugar. Alternativamente, han de decir las coordenadas de una de las casillas donde se cree que el otro no habrá puesto ninguna mina.
Su oponente debe decir "sigues vivo" si no ha pisado ninguna mina y "ha estallado un mina" si la pisa.
Gana el más afortunado, quien casualmente menos minas "pisa" (ya que es un juego de azar, y por lo tanto es imposible saber donde están las minas, como en la realidad).

Anexo 2. Textos
Texto 1
Testimonio de una persona mutilada


Manuel Orellana, de veinticinco años, era consciente del peligro que corría mientras trabajaba en los cafetales de El Salvador. “Sabíamos que había minas, pero la necesidad te obligaba a trabajar y a asumir riesgos”, recuerda hoy en su casa. Una mina le seccionó ambas piernas aquel 12 de diciembre de 1991. Dos semanas después, la paz ponía fin a una de las guerras más brutales de la década de los ochenta. “Estados Unidos y la Unión Soviética ponen las armas, y nosotros los salvadoreños, los muertos”, había afirmado el jesuita Ignacio Ellacuría, asesinado por orden de la cúpula militar salvadoreña en noviembre de 1989. A pesar de que vive en una casa ocupada a la espera de la orden de expulsión y trabaja en una cooperativa textil con graves problemas económicos, Manuel pertenece a una minoría privilegiada de la que forman parte aquellos mutilados que han conseguido normalizar su vida sentimental y familiar. Un año después de su accidente, conoció a Edith Hércules, de veinticuatro años y hoy tienen tres hijos. Siempre utiliza las prótesis. Todos los días recorre una media de tres kilómetros para llegar a su trabajo. Manuel evitó la guerra. Vivía en Artatao (Chalatenango), zona de influencia guerrillera, pero nunca militó en sus filas. Tampoco cayó en manos del ejército como muchos de sus amigos campesinos. Huyó a Honduras con su familia en enero de 1982. Allí vivió durante tres años dependiendo de la ayuda humanitaria.
El Salvador es un caso único. Así como en la guerra se combatió con una asombrosa brutalidad, una vez firmada la paz, tanto la guerrilla como el ejército participaron directamente en la localización de los campos de minas. A principios de 1994,dos años después del final del conflicto, ya no se producían nuevas víctimas por culpa de las minas abandonadas.

(Gervasio Sánchez, periodista. El testimonio de Manuel Orellana y de otras víctimas de las minas puede encontrarse en el libro “Vidas minadas” editado por Intermón, Médicos Sin Fronteras y Manos Unidas, 1997, Madrid)
 

Texto 2
Consecuencias para la población civil de la existencia de minas: Efectos en la agricultura, ayuda humanitaria, etc.


Cerca de ochocientas personas civiles mueren por minas antipersonas y 450 son gravemente heridas cada mes, en todo el mundo. Para que nos hagamos una idea, sólo en Camboya, considerado como el país con más alto porcentaje de habitantes mutilados, el número de muertos se sitúa en unas 62.000 personas. La mayor parte de las víctimas de las mutilaciones son agricultores y sin una pierna o un brazo ya no pueden proveerse de alimentos para ellos ni para su familia.
Se hace difícil saber dónde están situadas las minas ya que están enterradas o han sido diseñadas para armonizar con el subsuelo. Uno de los objetivos de plantar minas es impedir el acceso a terrenos útiles: fuentes, tierras de cultivo o en torno a los poblados, convirtiendo así la cotidianidad de los habitantes en una masacre. La plaga de las minas conlleva importantes secuelas económicas. Por un lado, los gastos de la atención sanitaria suponen un gran coste para el país. Una víctima de mina necesita grandes cantidades de sangre para transfusiones y requiere una intervención quirúrgica especial que elimine los tejidos muertos o infectados.
El tratamiento médico y la rehabilitación y la posibilidad de colocar una prótesis a la que hay que adaptarse y que no dura toda la vida incrementa notablemente los gastos. Por otra parte las minas impiden el acceso a los recursos. La agricultura y la minería constituyen la base de la economía en la mayor parte de los países afectados.
Tierras fértiles deben ser abandonadas por no poder cultivarlas. En Afganistán donde la economía depende de la trashumancia y el pastoreo, las pérdidas de ganado son constantes. Las vías de comunicación quedan cortadas y la explotación de recursos potenciales, como el turismo, se ven obstaculizados.
Millones de personas deben abandonar los campos, sus casas, sus poblaciones y todas sus pertenencias. Se convierten en refugiados o desplazados. Las minas agravan este problema porque impiden la repatriación y la vuelta de estas personas a sus lugares de origen. Los que deciden volver asumen un doble riesgo: sortear los peligros que generan los campos minados e intentar rehacer su vida en una tierra devastada.

(“Un enemigo que no duerme. Las minas terrestres”, Susana Domingo y Eva San Martín. Folletos informativos de Manos Unidas, 1997.)

Texto 3
Tipos de minas


En el mundo existen unos 300 modelos distintos de minas, que se pueden clasificar según su composición, sus fines (antipersona, antitanque o antihelicóptero), su sistema de activación o sus características. Las minas terrestres pueden variar mucho en su tamaño: desde los 10 centímetros de diámetro y unos pocos gramos de algunas minas antipersonas, hasta más de medio metro y un peso de más de diez kilos en las minas antitanque.
Según su composición nos encontramos con minas fabricadas en madera, plástico o metal y con materiales explosivos tan variados como TNT, tetrilo, PETN, RDX, amatol, etc. Además se pueden dotar de metralla (que puede ser direccional) para multiplicar sus efectos. De los materiales con los que estén fabricadas depende que sean detectables, con un alto contenido en componentes metálicos, o indetectables, construidas básicamente de plástico.
Los principales tipos de minas son:
Explosivas: se encuentran enterradas, en los árboles... y explotan al sentir la presión de un peso sobre ellas.
Fragmentarias: poseen incrustados trozos de metralla con la intención de aumentar los daños sobre la persona afectada directamente por la explosión y también sobre quienes están dentro de su radio de acción.
Minas saltadoras: están diseñadas para que sus efectos sean más graves. Cuentan con un dispositivo especial que activa una carga de propulsión que impulsa a la mina a una altura determinada a la que explota. Esta altura puede ser la de la cadera humana, o incluso dos o tres metros para que los daños se localicen en la cabeza y la persona afectada muera en el acto.
Otros tipos de minas: indetectables con dispositivos anti-desactivación; minas que se conectan o desconectan cuando sienten las vibraciones de un vehículo acercándose; con activadores de infrarrojos o sistemas magnético-acústicos...

(“Un enemigo que no duerme. Las minas terrestres”, Susana Domingo y Eva San Martín. Folletos informativos de Manos Unidas, 1997.)

Texto 4.
Coste de la fabricación y colocación de las minas y coste de la localización y destrucción de una mina


El precio de la fabricación de una mina oscila mucho dependiendo del tipo de mina que sea. La más barata cuesta unas trescientas pesetas y la más cara de las minas unas cinco mil. Pero las minas más sofisticadas, las que se activan o se desactivan por las vibraciones que sienten cuando se acerca un vehículo, pueden llegar a costar unas 30.000 pts. La colocación de las minas en el terreno escogido es muy barata y existen muchos métodos para colocarlas. Se pueden colocar manualmente por las tropas de artillería y a través de mecanismos como los siembraminas que pueden colocar unas dos mil minas en hora y media u otros dispositivos dispersadores que se pueden colocar en vehículos motorizados y tienen como misión la dispersión de minas a distancia.
Desminar un campo suele costar unas cien veces más que el coste de la mina colocada. A mayor sofisticación de la mina, más caro resulta desactivarla. Su precio oscila entre las 50.000 y las 150.000 pts. Según la ONU, el desminado completo de todos los campos de minas existentes superaría los 33.000 millones de dólares. A esto hay que añadir que en el caso del sondeo manual (que, como hemos indicado, es lo más habitual)la media de limpieza es de 20 a 50 metros cuadrados por persona y día. La Cruz Roja calcula que a ese ritmo se tardarían más de 1.000 años en dejar el mundo limpio de minas. En el año 1995 se desactivaron unas 100.000 minas, sin embargo se sembraron alrededor de 2 millones de nuevas minas. Se calcula que en el mundo hay colocadas unos 110 millones de minas que ocasionan unas veintitrés mil víctimas anuales, de las que más de la mitad mueren antes de llegar al hospital.

(“A un paso de la muerte...o de la esperanza”, Greenpeace, 1995.)

Texto 5
La campaña contra las minas antipersonas recibe en Oslo el Nobel de la Paz


La Campaña Internacional contra las Minas Antipersonas y su coordinadora, Jody Williams, recibieron ayer en Oslo el premio Nobel de la Paz 1997. En la ceremonia, celebrada en el Ayuntamiento de Oslo, se hizo entrega del talón por valor de 7,5 millones de coronas (casi 150 millones de pesetas) con que está dotado el galardón. El presidente del Comité Nobel, Francis Sejersted, recordó en su discurso que la campaña realizó una decisiva contribución para que se lograra el acuerdo sobre un tratado de prohibición de las minas antipersonas. El tratado por fin se redactó y fue firmado en Ottawa a principios del mes de diciembre por un total de 121 Estados. Entre los países signatarios no se encontraban Rusia, China ni Estados Unidos. (...) Cada año las minas matan a 26.000 personas en todo el mundo (...) El camboyano Tun Channareth, quien perdió las dos piernas en la explosión de una mina, recibió el premio en nombre de la campaña, que está activa en sesenta países y que agrupa a más de mil organizaciones.

(El Correo, 11 de diciembre de 1997, pag. 34.)