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Historia de la pena de muerte

De la muerte con tormento a la muerte rápida


"La experiencia y la razón demuestran también que la forma vigente en el pasado para cortar la cabeza a un criminal lo expone a un suplicio más espantoso que la simple privación de la vida, que es el deseo formal de la ley."
Informe razonado sobre el modo de decapitación. Doctor Louis. 1792. >> texto completo

Durante el siglo XVIII se empiezan a buscar formas más efectivas de ejecución. La muerte dilatada y dolorosa, hasta entonces prevista y aplicada así para aumentar la pena, o como resultado a menudo de ineficaces métodos de ejecución o de la poca habilidad del verdugo, empieza a repugnar a la sociedad.

El invento de la guillotina y su adopción en la Francia revolucionaria persigue este objetivo humanitario, acelerar la muerte y en la medida de lo posible hacerla indolora. Lo mismo sucede con la adopción y el perfeccionamiento de la horca en Inglaterra y del garrote en España.

La adopción y el perfeccionamiento de uno u otro sistema será asimismo motivo de un cierto orgullo nacional, defendiendo cada cual su bondad frente a los métodos de otras naciones. La continuación de este debate dará lugar, más tarde, a finales del siglo XIX, a la invención primero de la silla eléctrica en los Estados Unidos (1890). Posteriormente se inventará la cámara de gas, utilizada por primera vez en Nevada (1924), inspirada en el uso de los gases asfixiantes durante la primera guerra mundial. Finalmente, se introducirá el uso de la inyección letal (aprobada el 1977 y aplicada por primera vez en Texas en 1982).

A finales del siglo XVIII, la homogeneización de los métodos de ejecución en un mismo país acabará también con las distintas penas según la categoría social de los condenados, en la medida en que, hasta entonces, era habitual que unos sistemas de ejecución fueran considerados infamantes y otros dignos, aplicándose según la condición social del condenado (noble, burgués, campesino, esclavo, mujer), o según el tipo de delito cometido. Este era uno de los objetivos perseguidos por los defensores de la guillotina, aplicar un sistema de ejecución, además de eficaz y rápido, igual para cualquier ciudadano de Francia condenado a la pena capital.

A menudo, en la mayoría de los países, quedaría al margen de esta homogeneización el ejército, en el que en general prevalecería, y sigue prevaleciendo, el fusilamiento.


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