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Comprar una esposa vietnamita

La política del hijo único en China, que ha dejado un exceso de varones, ha fomentado el secuestro y venta de mujeres

Kiab no se había subido nunca a un coche hasta el día en que la secuestraron y vendieron. Tenía trece años.

Se acercaba el Año Nuevo lunar, el Tet, la gran fiesta en la que las familias intercambian presentes y se reúnen para celebrar la llegada de la primavera. Pero en su casa, en una aldea de las montañas del noroeste de Vietnam en la frontera con China, no había cómo conseguir un poco de dinero para regalos, por modestos que fueran. Su padre había muerto cuando ella tenía diez años; su madre había quedado al cargo de una familia de seis miembros. Kiab y su hermana mayor oyeron que había posibilidad de trabajo por horas del otro lado del río, ya en territorio chino. No lo dudaron. La una podía cuidar de la otra e iban con un grupo de gente de la zona. Con un poco de suerte, esperaban, podrían reunir 40 yuan (5,5 euros) y celebrar el Tet como es debido.

Ninguna de las dos sospechó nada al llegar al punto de encuentro. Sus supuestos empleadores dividieron el grupo, supuestamente para repartirlo por los puntos de trabajo. A ella y a su hermana se las llevaron en moto. No volvió a ver al resto de sus compañeros. Pero aún no le pareció raro, porque cruzar hacia China para trabajar unas horas es algo común en esta zona empobrecida.

"Paramos y nos dijeron que nos subiéramos a un coche que nos estaba esperando. Ahí me di cuenta de que nos estaban secuestrando. Para trabajar acarreando cosas no te llevan en coche", explica Kiab (nombre supuesto), una muchacha ahora de 19 años, menuda y de sonrisa casi más grande que su cara, en una entrevista en Hanói.

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Acabaron en algún lugar montañoso; a Kiab la llevaron a una casa y la separaron de su hermana. No ha vuelto a verla.

Al cabo de unos días, volvieron a montarla en un coche. Al término del trayecto, simplemente le dijeron que se bajara y la dejaron allí, con un hombre. La venta se había completado.

El tráfico de mujeres es una lacra familiar en la provincia vietnamita de Lao Cai. La frondosa vegetación, lo accidentado del terreno y minorías étnicas que mantienen lazos a uno y otro lado de la frontera facilitan los secuestros y desapariciones. Un tráfico que se ve alimentado desde China, donde la desafortunada política del hijo único ha creado un fuerte desequilibrio de género en los nacimientos. Se calcula que hay cerca de treinta millones más de hombres que mujeres en edad fértil.

A este exceso del número de varones, en las áreas rurales se suma la costumbre de pagar una dote a la familia de la novia.

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Ante la perspectiva de tener que invertir los ahorros de toda una vida en la boda de su hijo, algunas familias optan por "comprar" una novia vietnamita o de algún otro país más pobre del sureste asiático.

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Muchas de las chicas vietnamitas, vendidas al otro lado de la frontera a burdeles o a familias campesinas para convertirlas en novias, productoras de hijos y mulas de carga, son hijas de familias muy pobres, de etnias minoritarias, que apenas han podido ir a la escuela y no han salido casi de su aldea. Como Kiab.

Algunas acaban escapando, o siendo rescatadas por ONG especializadas o la Policía china. Un puñado recibe finalmente el permiso de su marido para volver, un caso más probable si ella ha tenido hijos y se compromete a dejarlos en China con él. Otras permanecen voluntariamente, por no perder a sus hijos. De otras no se vuelve a saber.

Quienes las venden no se identifican como traficantes. A menudo, son personas tan pobres como ellas, que ven la oportunidad de ganar un buen dinero de golpe y fácilmente.

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El hombre que compró a Kiab la quería para su sobrino. Ella, para entonces, ya había perdido la noción del tiempo; no sabe cuánto exactamente pudo estar conviviendo con esa familia, aunque según sus cálculos debió de ser aproximadamente un año. Suficiente para aprender chino -sin hacerlo aparente a su familia política, por si acaso- y escuchar un anuncio de la Policía china en la televisión facilitando un número de teléfono para víctimas de tráfico.

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Hoy día, la joven ha podido rehacer su vida. Gracias a un programa del gobierno vietnamita para asistir a las mujeres con las que se trafica, ha completado un curso de chef de cocina en Hanoi, ha aprendido inglés y planea empezar a trabajar en un hotel de lujo no lejos de su aldea. Su hermana tuvo menos suerte, y sigue en China. A veces consigue enviar noticias a su familia, aunque Kiab no ha podido hablar con ella directamente nunca. "Me dicen que quiere volver, pero que no puede. Tiene hijos allí. Y no quiere abandonarlos".

Macarena Vidal. El País, 8-3-2019 (fragmentos)


. Haz un resumen del texto.

2. ¿La esclavitud de las mujeres es peor a causa del riesgo de la explotación sexual añadida?

3. Kiab consiguió escapar y reconstruir su vida. ¿Crees que es fácil que esto ocurra?

4. En casos como el de Kiab, algunas niñas o mujeres, si consiguen recuperar la libertad, luego son rechazadas o marginadas por su propia familia o comunidad, ya que consideran que han sido deshonradas. ¿cómo se explica que esto pueda ocurrir?

5. La noticia habla de esta zona del mundo entre Vietnam y China. ¿En otros lugares del mundo, por parecidos o distintos motivos, las niñas o mujeres también son objeto de negocio y tratadas de forma semejante, como mercancías? Si lo conoces, pon ejemplos.

6. Comenta estas frases: a) "Quienes las venden no se identifican como traficantes." b) "Son hijas de familias muy pobres, que apenas han podido ir a la escuela."

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