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Gran Bretaña pretende enviar a EEUU a una niña de 3 años y repatriar a Nigeria a su madre
Karine le Loet
. El Periódico, 11-1-2008
Está agitada, balbucea en inglés, zarandea las perlas de colores atadas en las puntas de sus trenzas. Sentada en las escaleras de un centro comunitario del norte de Londres, Adedoyin, de 3 años, atrapa al vuelo el brazo de su abuela, la llama a veces "mami" y a veces "mamá". A su verdadera madre solo la ve cada tres semanas en el centro de detención para inmigrantes de Yarl's Wood, cerca de Bedford. Adedoyin corre el riesgo de una deportación en solitario a EEUU. Ola (nombre ficticio), su madre, está amenazada de ser deportada a su país de origen, Nigeria.

La absurda historia de Adedoyin comenzó antes de su nacimiento. Desde que su madre, que visitaba EEUU, tuvo que quedarse allí por una complicación en el embarazo y dio a luz en territorio yanqui. La pequeña Adedoyin obtuvo la nacionalidad estadounidense. Seis semanas después, madre e hija entraron con un visado de turismo a Gran Bretaña, donde Ola reside ilegalmente desde 1998. Adedoyin y su madre se las apañaban como podían. Ola encadenaba pequeños trabajos a domicilio, en negro. Pero en el 2005, el dinero escaseaba cruelmente. La joven mujer se arriesgó y acudió a una agencia de empleo con un pasaporte falso, con la esperanza de conseguir el derecho a trabajar legalmente. La detuvieron. Y le cayeron, en febrero del 2007, 10 años de prisión firme. Cumpliría cinco.

Su madre desembarcó entonces desde Nigeria para ocuparse de la pequeña Adedoyin. Pero la situación se prolongó. Cuando salió de la cárcel, Ola fue transferida al centro de detención de Yarl's Wood, prisión temporal donde los inmigrantes irregulares se amontonan en una habitación doble con una televisión como única ventana al mundo. El 24 de septiembre fue conducida a Heathrow y colocada en un vuelo a África. Pero la mujer se resistió. "Me pegaron, insultaron. Me puse a gritar que no partiría sin mi hija. Al final, el piloto pidió que me desembarcaran. Y volví a Yarl's Wood", explica Ola, con un verbo preciso, en la sala de visitas del centro de detención. Ante ella hay una pila de informes y órdenes de deportación, resumen de su vida en órdenes oficiales.

El artículo 9 de la Convención de Naciones Unidas sobre los derechos del niño obliga a los Estados signatarios --entre ellos, Gran Bretaña-- a no separar a los niños de sus padres. Sin embargo "en estos 12 últimos meses, hemos afrontado cada vez más separaciones", dice Amanda Shah, directora adjunta de Bail for Immigration Detainees, una asociación que lucha contra la detención de inmigrados y solicitantes de asilo. "Muy a menudo, se envía a los padres a Yarl's Wood mientras que se deja a los hijos a cargo de algún miembro de la familia o de los servicios sociales", explica.

Como otros cientos, Ola espera poder abandonar el centro, donde se pudre desde hace cinco meses. Pero, desde el 16 de octubre, esta perspectiva tiene el amargo sabor de un espejismo. Ese día, la niña recibió una carta del Ministerio del Interior que le ordenaba presentarse en Heathrow el 23 de octubre para embarcar en un vuelo hacia EEUU. Sola. Ciudadana estadounidense, Adedoyin no puede ser deportada a Nigeria con su madre. Única solución del rompecabezas: mandarla sola a su país de origen. En principio, eso es legal, ya que en el Reino Unido no existe ningún límite de edad para la deportación a condición de que se haya organizado la acogida de los menores en su destino. Para dorarle la píldora, las autoridades aseguran a su madre que los servicios sociales se harán cargo de Adedoyin. "Pero yo no quiero que manden a mi hija de 3 años a un país donde no tiene familia y no conoce a nadie".

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ordenó el 9 de octubre a las autoridades británicas detener el proceso hasta nueva orden. Tras su intervención, el Ministerio del Interior intenta organizar la repatriación legal de la chiquilla, con su madre, a Nigeria, bajo reserva de que las autoridades locales acepten proporcionar papeles oficiales a la pequeña. A Ola le inquieta esta opción. Y es que Adedoyin sufre un ureterocele, una enfermedad renal congénita que obliga a una vigilancia diaria. "No estoy segura de que mi país pueda ofrecer el tratamiento necesario a mi hija", subraya Ola. Tenía plazo hasta hoy para remitir información relativa a la salud de su hija al Tribunal de Estrasburgo. Después, se arriesga al levantamiento de la suspensión y a otro viaje forzoso a Heathrow.