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¿Qué se debe tolerar?
José Antonio Marina.
Crónicas de la ultramodernidad. Editorial Anagrama. Barcelona, 2000 (pag. 40, 41)
Es fácil aplaudir la tolerancia, más difícil practicarla y todavía más difícil explicarla. En castellano, tolerar es soportar. ¿Se debe tolerar lo bueno? No. Lo bueno debe aplaudirse, fomentarse. ¿Se debe tolerar lo malo? Tampoco. Lo malo hay que combatirlo. Entonces, ¿qué se debe tolerar? Históricamente, "tolerancia" fue un concepto acuñado para combatir la intolerancia y sus maldades. Como todos los conceptos negativos, resulta borroso.

Propongo una definición objetiva, casi ingenieril, de la tolerancia: "Tolerancia es el margen de variación que una solución admite sin dejar de ser solución." Hay problemas que admiten muy poca tolerancia, por ejemplo, los matemáticos, o los que afectan a la dignidad humana. Otros, como los planteados por la convivencia, permiten e incluso a veces exigen amplios márgenes.

El intolerante afirma que sólo hay una solución para cada problema, la que él posee; que esa solución no admite ninguna flexibilidad, y que está dispuesto a imponerla si puede.
Tolerante inteligente es el que conoce y justifica el margen de tolerancia de cada solución. Sabe que para resolver el problema del tráfico hay que ser intolerante con los que desprecian las señales, pero tolerante con el atuendo de los conductores.

Tolerante necio es el que piensa que todas las soluciones tienen un margen infinito de tolerancia. Acaba conduciendo por dirección prohibida y atropellando a un peatón.