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"Estoy en la calle, pero no soy todavía un hombre libre"
Pere Ríos.
El País, 26-9-2006 (fragmentos)
El marroquí Ahmed Tommouhi tiene 55 años y ha pasado los últimos 15 en prisión por varias condenas de violación y robo que siempre negó. Hace una semana salió en libertad y, en la primera entrevista que concede, reclama que los jueces revisen aquellas sentencias. En 1995 el Tribunal Supremo ya anuló una al analizar restos de ADN del verdadero autor, un español, violador múltiple confeso y con gran parecido físico a Tommouhi. No había pruebas biólogicas para anular el resto de las condenas, pero el Supremo expresó tener "dudas razonables" sobre su culpabilidad. El guardia civil que participó en la investigación de las violaciones está convencido de que tanto Tommouhi como Abderrazak Mounib, el otro condenado, que falleció en 2000, son inocentes.
"Estoy en la calle, pero no soy todavía un hombre libre. Llevo atada aún una cuerda que costará mucho cortar", explicaba ayer Ahmed Tommouhi. Hace ya una semana que recuperó la libertad y ha dejado atrás 14 años, 10 meses y cinco días de cárcel por diversas violaciones, robos y otros delitos que él siempre negó y sigue negando.

Su deseo, casi obsesivo, no es otro que la justicia revise las condenas que dictó en su día, algunas con el reconocimiento de las víctimas como única prueba inculpatoria. "Si ahora se habla de revisar las sentencias de la época de Franco, ¿por qué no se puede hacer lo mismo con que se dictaron en democracia contra mí?", se pregunta este marroquí de 55 años en la conversación que ayer mantuvo con EL PAÍS, la primera desde que abandonó la cárcel barcelonesa de Brians.

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Tommouhi ya no cree ni en milagros ni en casi nada terrenal. Está abatido, deprimido, impotente ante su vivencia. "¿Con quién tengo que hablar para que se revisen las sentencias? ¿Con el ministro de Justicia, con el Rey? ¿Con quién?", se pregunta. Al final acaba reconociendo que las decisiones judiciales sólo las pueden revisar quienes las dictaron y es entonces cuando pronuncia otra de sus evidencias. "Si los jueces cerraron este caso contra mí, sólo los jueces pueden abrirlo".

El derecho procesal y el requisito que marca la ley española de que aparezcan nuevas pruebas para reconsiderar las sentencias firmes no le sirven de explicación. "Sólo hace falta hombres valientes que firmen para absolverme, como en su día firmaron para condenarme. ¿Si pasó una vez, porqué no puede pasar otra?"

El marroquí se refiere a una sentencia que dictó el Tribunal Supremo en 1995, cuando anuló una condena contra él a partir de los análisis del ADN contenido en el semen de un trapo encontrado en aquella época. El culpable resultó ser Antonio García Carbonell, un violador confeso que tiene un enorme parecido físico con Tommouhi. Esos hechos siempre han hecho planear "las dudas razonables" sobre su culpabilidad, en expresión de los jueces del Supremo.

"En todos los países hay errores judiciales y tarde o temprano se acaban sabiendo. ¿Por qué no puede ocurrir conmigo?", se pregunta. Y a partir de esta reflexión, Tommouhi cuestiona el principio de igualdad de las personas ante la ley. "Hay dos tipos de justicia. Una para los europeos ricos y otra para los pobres", asegura. "Soy pobre y sólo me quedaba el honor, pero también me lo quitaron", explica.

El fiscal jefe de Cataluña, José María Mena, pidió el indulto para él en 1999, tras la sentencia del Supremo, pero ni el Gobierno del PP ni del PSOE se lo concedieron. Probablemente no tanto porque fuera marroquí como porque se trataba de delitos de violación.

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