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Discriminada por mujer y (más aún) por madre

Carmen Sánchez-Silva. El País, 5-1-2010 (fragmento)
Cómo ser mujer y no morir en el intento no es, en la realidad, una comedia. Ser mujer y trabajadora ya implica una discriminación, en forma de menor salario y mayor precariedad. Pero además, entre las mismas mujeres se abre otra brecha laboral entre quienes tienen algún hijo y las que no. Y las diferencias se agigantan cuando las empleadas tienen contratos parciales. La solución a esta tendencia la están encontrando otros países europeos en el apoyo a la conciliación entre empleo y familia, y el fomento del trabajo a tiempo parcial. En algunos lugares esto ha servido para levantar la natalidad; en España, son sobre todo las mujeres que no trabajan las que están permitiendo que repunten los nacimientos.

El precio de ser mujer trabajadora en España es cobrar, como mínimo, un salario un 20% por debajo al de los compañeros hombres. Pero la cosa no acaba ahí, según una investigación del IE Business School sobre la vida laboral durante 26 años de 22.000 trabajadoras españolas. Para quienes deciden ser madres, el sueldo es al menos un 24% inferior al de los homólogos varones que son padres. Es decir, la diferencia entre sexos se amplía, todavía más, después de tener hijos. Por contra, se atenúa cuando se relaciona a hombres y mujeres sin vástagos.

Las diferencias se confirman si la comparación es entre mujeres sin hijos frente a mujeres madres. Pasar por el paritorio supone perder, como poco, un 10% de las ganancias anuales por cada hora trabajada. Y no sólo eso, también hay discriminaciones según el tipo de empleo: las féminas con familia que trabajan a tiempo parcial con un contrato temporal cobran el 20% menos que si lo hacen en las mismas condiciones con un contrato indefinido.

"Las mujeres se enfrentan a una doble problemática. Por un lado, cerca de la edad de concebir su primer hijo, entre los 25 y 29 años, prácticamente la mitad de ellas sigue trabajando con contratos temporales; con lo que no disfrutan de la protección laboral que otros colectivos sí tienen. Y esto retrasa la edad de tener descendencia y, a su vez, el número de hijos por familia. Y, por otro lado, cuando son madres, necesitan un mercado de trabajo flexible que les permita salir y volver a entrar en él o cambiar su tipo de jornada laboral sin un coste elevado en términos de pérdida de experiencia, empleo o salario", explica Daniel Fernández-Kranz, profesor del IE Business School y autor (junto a Aitor Lacuesta, del Banco de España, y Núria Rodríguez-Planas, de la Universidad Autónoma de Barcelona) de varias investigaciones sobre cómo la maternidad afecta a la trayectoria laboral de las mujeres y cómo la dualidad contractual característica del mercado de trabajo español influye, también negativamente, en esa trayectoria.

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